Estimado Presidente Biden,
Soy un antiguo profesor de Derecho de Berkeley, ausente de las aulas desde hace mucho tiempo, pero que sigue garabateando, sobre todo acerca de la escolarización de los niños. Mi esperanza permanente para este país es que los padres no tan ricos puedan elegir la escuela para sus hijos, como el resto de nosotros.
Esto es, por supuesto, un derecho constitucional de los padres. Curiosamente, también es su deber legal; cada uno debe conseguir que su hijo reciba una enseñanza adecuada, ya sea en casa, si los padres están preparados, o en alguna escuela cualificada, pública o privada. Mi difunta esposa, Marilyn, y yo elegimos la escuela pública durante aproximadamente la mitad de los años de nuestros cinco hijos, y el resto la parroquial.
La decisión no siempre fue fácil, pero como padres, sentimos la responsabilidad y nunca nos arrepentimos.
Es una curiosa realidad política que tantos de nosotros, los demócratas, hayamos favorecido durante tanto tiempo la frustración sistemática de aquellos padres con ingresos más bajos que desean responsabilizarse de sus propios hijos. Aquellos de nosotros que durante tanto tiempo hemos pedido su empoderamiento hemos sido de alguna manera imaginados por colegas y medios de comunicación como seriamente "conservadores" en nuestras almas políticas.
Piénsalo: Queremos tratar al padre pobre igual que exigimos que nos traten a nosotros, de ahí que seamos conservadores.
Pero es cierto; según mi experiencia, la mayoría de esta gente "liberal" que florece en nuestras universidades y legislaturas considera que la elección de escuela subvencionada para los pobres es una ambición conservadora -incluso de derechas-. No es sorprendente que parezcan tener serias dificultades para describir su propia posición auténticamente liberal.
Aprecio la importancia de que cualquier presidente mantenga satisfechos a sus electores leales; pero para los años venideros, me gustaría señalar respetuosamente el creciente peso político de estos ingresos más bajos que resultan ser padres y que estarían siempre agradecidos por la restauración práctica de esa independencia y responsabilidad que les garantiza la Constitución.
Atentamente,
John E. Coons
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